El evangelio es el centro:

Creemos que las buenas noticias de Jesucristo son la base y el motor de todo lo que hacemos. El evangelio no es un mensaje solo salva a las personas, sino también la verdad que transforma integralmente nuestras vidas: nos reconcilia con Dios, nos restaura como personas y nos envía con un propósito eterno. Es la fuente de nuestra identidad, el criterio de nuestra misión y la esperanza de la ciudad. Nada de lo que hacemos tendría sentido si no estuviera centrado en el poder de la cruz y la resurrección de Cristo.

 La misión es integral:

Creemos que proclamar el evangelio no se limita a palabras, sino que debe hacerse visible en la vida de la iglesia y en la transformación de la sociedad. Por eso, entendemos la misión como integral: una obra que une predicación, discipulado, servicio, misericordia, fe y trabajo, y defensa de la fe; buscando la renovación espiritual, social y cultura de nuestras ciudades. Así, el evangelio no solo rescata al pecador, sino que también renueva nuestras ciudades, fomentando inspirando justicia, fomentando misericordia y restaurando comunidades quebrantadas.  La misión integral es vivir el Reino de Dios aquí mientras esperamos su plenitud futura.

La unidad es esencial:

Estamos convencidos de que el Reino de Dios avanza mejor cuando trabajamos juntos. La misión de la iglesia es demasiado grande para llevarla solos; por eso, creemos en la colaboración entre iglesias, pastores, líderes y creyentes de diferentes denominaciones que comparten la fe bíblica. No hablamos de ecumenismo ni de sincretismo, sino de una unidad centrada en el evangelio, donde cada tradición y expresión de las denominaciones aporta sus dones para el bien común de la ciudad. Juntos somos más fuertes, y juntos reflejamos al mundo el amor de Cristo

La ciudad es el campo de acción:

Creemos que Dios ama profundamente las ciudades y nos envía a ellas como testigos del evangelio. La ciudad no es solo un espacio geográfico, sino un lugar donde conviven culturas, generaciones y realidades diversas. Allí se manifiestan tanto la necesidad humana como la oportunidad para la misión Trabajar por el florecimiento de la ciudad significa anunciar a Cristo, pero también servir con acciones concretas que aporten esperanza, justicia, reconciliación y vida plena. Entendemos que la iglesia no existe para sí misma, sino como agente de transformación en medio de la ciudad.